lunes, 29 de agosto de 2016

Bouchard en las Filipinas, la captura del Bergantín de las islas Marianas


Por Alejandro Rossi Belgrano, adaptado del libro “Nuevos Documentos sobre el crucero de La Argentina a través del mundo”

Introducción al artículo 


El galeón de las Filipinas efectuaba una larga escala en las islas Marianas durante su viaje entre Acapulco y Manila.
Esto traía al pequeño archipiélago la mayor parte de sus ingresos, el resto provenía de las arcas reales a través de los “situados”.
Al eliminarse el galeón, las Marianas quedaron en una situación de virtual incomunicación. Pero su gobernador, el teniente Josef de Medinilla y Pineda, tenía un bergantín que consideraba de su propiedad y con el cual mantenía contacto con Manila, la capital de la Capitanía.
Medinilla manejaba a las islas Marianas como su feudo personal. Estaban demasiado lejos de la metrópoli y nadie podía juzgarlo ni cuestionarlo. El uso discrecional de las remesas que le enviaban desde España, el mal trato y la explotación de los chamorros y la monopolización del comercio quedaban impunemente a su arbitrio.
Además Medinilla guardaba un pequeño truco en Guam: cuando un barco extranjero se aproximaba enviaba a bordo un piloto para colaborar en la entrada a la bahía. Una práctica común en la mayoría de los puertos que presentan obstáculos antes de llegar al amarre (bajíos, bancos de arena, canales, corrientes peligrosas, etc.).
Pero el piloto en vez de guiar el barco con seguridad al puerto trataba colocarlo en una situación que forzaba su naufragio. Varios navíos sufrieron ese destino y sus bienes fueron tomados por los marianos. Los sobrevivientes encontraban luego grandes dificultades para salir del aislado enclave.
Si los del barco descubrían la trampa, una gran cantidad de excusas se ensayaban como justificativo. Una de ellas era señalar que creían que se trataba de La Argentina.
El bergantín del gobernador también fue usado para despoblar una isla en la que se habían asentado un grupo de ingleses y hawaianos. Los europeos pudieron regresar a su país pero los hawaianos fueron esclavizados.
Gente dura, acostumbrada a un mando despótico y de moral relativa, así eran los enemigos con los que debió enfrentarse Bouchard en esta ocasión.
Ahora continuaremos el relato iniciado la semana pasada.

Las acciones en el puerto de Santa Cruz 


Luego de la matanza de los tripulantes del bote de Sommers,  el capitán Bouchard decidió no dejar impune semejante agravio. Como La Argentina no podía aproximarse al pequeño puerto de Santa Cruz, por ser de aguas poco profundas, se dirigió a otro puerto distante unas seis leguas donde capturó una pequeña goleta.
Fue puesta bajo las órdenes de Daniel Olivers y tripulada con 35 hombres. El armamento consistió en una carronada y algunos cañoncitos de corto calibre.
En la tarde del día siguiente los hombres de La Argentina  avanzaron sobre el bergantín de las Marianas. Señala Bouchard que en cuando comenzaron a hacerle fuego sus tripulantes lo abandonaron en precipitada fuga.
Los realistas trataron de mostrar más valerosa su conducta, informando al gobernador general que trataron de varar al bergantín sin lograrlo y que lucharon hasta consumir toda la pólvora.
Luego intentaron una cierta resistencia desde tierra y como sus disparos podían implicar riesgo cierto para nuestros hombres, se les respondió el fuego. Luego de esto se dispersaron.
Según los documentos de Bouchard estos hechos ocurrieron el 30 de marzo, y en el informe del gobernador general de Filipinas se los fecha el 1 de abril de 1818.
¡Adelante con Bouchard!

sábado, 20 de agosto de 2016

Bouchard en las Filipinas, incógnitas sobre la muerte de Sommers


Por Alejandro Rossi Belgrano, adaptado del libro “Nuevos Documentos sobre el crucero de La Argentina a través del mundo”

Introducción al artículo 


En el artículo anterior habíamos contado que el segundo capitán de La Argentina, Nathaniel Sommers junto a 22 compañeros se acercaba a un barco español en el puerto de Santa Cruz (isla de Luzón, Filipinas).
Los realistas del bergantín Dolores se habían resguardado detrás de una barra de arena para evitar que los hombres de la fragata La Argentina lo abordaran, aprovechando el poco calado de su nave.
Sommers, a bordo de un cutter de dos mástiles, se aproximaba velozmente a fuerza de remos y velas, pero en la premura del abordaje decidieron no bajar los mástiles y desde el bergantín le arrojaron amarras a los palos causando el naufragio del bote.
Todos los hombres cayeron al agua, donde se encontraron indefensos a merced de los españoles.

La matanza


Desde la fragata, el capitán Bouchard y el resto de los tripulantes veían impotentes lo que sucedía a la distancia.
Para ellos era imposible auxiliarlos. Sólo los botes que se acercaban podrían brindarles ayuda, pero llegarían muy tarde. Sin ninguna clemencia los  realistas mataron a gran cantidad de los nuestros a lanzazos.
Cuando los botes volvieron a la fragata, explicaron los sucesos al capitán. El saldo de la matanza era de 14 muertos, y el primero en caer fue el capitán Sommers, mientras que 5 hombres fueron rescatados.
Todos en el barco coincidieron con esta versión de la historia. Oficiales y marineros, criollos y gringos; unánimemente sostuvieron lo mismo sobre la terrible carnicería.
Sin embargo los españoles contarían el final de la historia en forma muy distinta. Para ellos, también hubo 23 tripulantes y 14 muertos, pero en el informe del gobernador se sostiene que William Nathaniel Sommers y 8 tripulantes fueron capturados y llevados a Manila.
¿Puede haber sido así? ¿O sólo una forma de ocultar la matanza a sus superiores?
No tenemos una respuesta definitiva a estos interrogantes, pero continuamos buscando explicaciones a las distintas interpretaciones de este triste evento.
¡Adelante con Bouchard!

viernes, 5 de agosto de 2016

Bouchard en las Filipinas, el bloqueo a Manila


Por Alejandro Rossi Belgrano, adaptado del libro “Nuevos Documentos sobre el crucero de La Argentina a través del mundo”

Introducción al artículo 


Nos referiremos nuevamente al bloqueo que el capitán Bouchard, comisionado por el gobierno de las Provincias Unidas en misión corsaria, efectuó a Manila (capital de la Capitanía de las Filipinas) a comienzos de 1818.
En esta ocasión presentaremos nuevos datos sobre las características e implicancias de esta acción naval que permanecían desconocidos y que merecen ser incorporados a esta extraordinaria historia.
Escribía el Prof Dr. Quartaruolo en su valioso libro dedicado al crucero de La Argentina: “en varias obras que hemos consultado acerca de la historia de Filipinas nada se dice acerca del bloqueo de nuestra fragata, posiblemente porque él entraña un verdadero baldón para  el nombre de España en los océanos.”
Ciertamente, una fragata de mediano porte con “dos baterías en ambas bandas” pero sin “través”, con unos 34 cañones en buen estado que arrojaban balas de un peso máximo de 12 libras, no era una potencia naval. En ese tiempo los grandes barcos de guerra llevaban unos 100 cañones y arrojaban balas de 24  libras.
Sin embargo, La Argentina fue capaz de realizar una tarea que parecía imposible de concretar, dados los recursos defensivos con que contaba Manila. Por ello, muchos lo consideraban una exageración típica de las acciones bélicas en las que se exaltan los méritos propios y se menoscaban los ajenos.

 El informe de las autoridades españolas


Señalan que La Argentina se presentó frente a la bahía de Manila el 1 de febrero de 1818 y estableció su bloqueo en el sector norte con un crucero que se extendía entre la isla de Cabras y el cabo Bolinao, en Ilocos.


Esa ruta era la más transitada porque comunicaba Manila con toda la zona noroeste de la isla de Luzón,  la más rica y desarrollada de la capitanía. En ella  se encontraban los principales pueblos y puertos y la mayor cantidad de cultivos y ganados.
La principal actividad económica de esta zona era el cultivo de arroz. Bouchard llegó a Manila justo después de la siega, que va de diciembre a principios de enero. De esta forma tuvo ocasión de capturar gran cantidad de barcos que transportaban su cargamento a la capital. El arroz era almacenado en cavanes, unidad de medida que equivalía a unos 60 kg.
Tanto Bouchard como el Gobernador General coinciden en señalar que apresó 16 pontines. Así se llamaban los pequeños barcos de cabotaje que usaban los naturales  de las Bisayas.
Eran embarcaciones de unos 15  metros de eslora, con dos mástiles que llevaban velas cuadradas de hojas entretejidas de pandano o de lona tejida. Eran de proa y popa elevadas, con una pequeña cabina para el piloto. También podían ser impulsados por quince pares de remos. Un pontín transportaba unos 300 cavanes.
El gobernador aclaraba que eran pontines provenientes de Ilocos, Pangasinan, Zambales y Cagayan, todas alcaldías norteñas. La mayoría de ellos se encontraban regresando a sus localidades y por lo tanto viajaban sin carga, pero tal vez, con los beneficios de su venta.
Como vimos en el artículo anterior, un bloqueo a cargo de Sommers impidió el tránsito desde el este. Sin embargo, el gobernador señaló que el acceso por el sur estaba libre.
Fue la misma autoridad española la que decidió cerrar el puerto de Manila para que no entrara ni saliera ningún barco. La noticia fue llevada a todos los pueblos de la costa para suspender todo el tráfico de pontines. Se determinó que tomaran puerto todos los pontines, ya sea en Pangasinan como en Zambales.
A los dos meses de iniciado el bloqueo y sin conseguir que los barcos de guerra con asiento en Cavite (bahía de Manila) salieran a probar el “enojo argentino”, la fragata levantó su bloqueo tomando rumbo norte. Esperamos continuar explicando estos sucesos de nuestra historia.
¡Adelante con Bouchard!