Bouchard en las Filipinas, la captura del Bergantín de las islas Marianas
Por Alejandro Rossi Belgrano, adaptado del libro “Nuevos Documentos sobre el crucero de La Argentina a través del mundo”
Introducción al artículo
El galeón de las Filipinas efectuaba una larga escala en las islas Marianas durante su viaje entre Acapulco y Manila.
Esto traía al pequeño archipiélago la mayor parte de sus ingresos, el resto provenía de las arcas reales a través de los “situados”.
Al eliminarse el galeón, las Marianas quedaron en una situación de virtual incomunicación. Pero su gobernador, el teniente Josef de Medinilla y Pineda, tenía un bergantín que consideraba de su propiedad y con el cual mantenía contacto con Manila, la capital de la Capitanía.
Medinilla manejaba a las islas Marianas como su feudo personal. Estaban demasiado lejos de la metrópoli y nadie podía juzgarlo ni cuestionarlo. El uso discrecional de las remesas que le enviaban desde España, el mal trato y la explotación de los chamorros y la monopolización del comercio quedaban impunemente a su arbitrio.
Además Medinilla guardaba un pequeño truco en Guam: cuando un barco extranjero se aproximaba enviaba a bordo un piloto para colaborar en la entrada a la bahía. Una práctica común en la mayoría de los puertos que presentan obstáculos antes de llegar al amarre (bajíos, bancos de arena, canales, corrientes peligrosas, etc.).
Pero el piloto en vez de guiar el barco con seguridad al puerto trataba colocarlo en una situación que forzaba su naufragio. Varios navíos sufrieron ese destino y sus bienes fueron tomados por los marianos. Los sobrevivientes encontraban luego grandes dificultades para salir del aislado enclave.
Si los del barco descubrían la trampa, una gran cantidad de excusas se ensayaban como justificativo. Una de ellas era señalar que creían que se trataba de La Argentina.
El bergantín del gobernador también fue usado para despoblar una isla en la que se habían asentado un grupo de ingleses y hawaianos. Los europeos pudieron regresar a su país pero los hawaianos fueron esclavizados.
Gente dura, acostumbrada a un mando despótico y de moral relativa, así eran los enemigos con los que debió enfrentarse Bouchard en esta ocasión.
Ahora continuaremos el relato iniciado la semana pasada.
Las acciones en el puerto de Santa Cruz
Luego de la matanza de los tripulantes del bote de Sommers, el capitán Bouchard decidió no dejar impune semejante agravio. Como La Argentina no podía aproximarse al pequeño puerto de Santa Cruz, por ser de aguas poco profundas, se dirigió a otro puerto distante unas seis leguas donde capturó una pequeña goleta.
Fue puesta bajo las órdenes de Daniel Olivers y tripulada con 35 hombres. El armamento consistió en una carronada y algunos cañoncitos de corto calibre.
En la tarde del día siguiente los hombres de La Argentina avanzaron sobre el bergantín de las Marianas. Señala Bouchard que en cuando comenzaron a hacerle fuego sus tripulantes lo abandonaron en precipitada fuga.
Los realistas trataron de mostrar más valerosa su conducta, informando al gobernador general que trataron de varar al bergantín sin lograrlo y que lucharon hasta consumir toda la pólvora.
Luego intentaron una cierta resistencia desde tierra y como sus disparos podían implicar riesgo cierto para nuestros hombres, se les respondió el fuego. Luego de esto se dispersaron.
Según los documentos de Bouchard estos hechos ocurrieron el 30 de marzo, y en el informe del gobernador general de Filipinas se los fecha el 1 de abril de 1818.
¡Adelante con Bouchard!
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